Recientemente revisé Día de la Raza, una película en la que el gran Val Kilmer flexionó sus considerables músculos actuantes para levantar lo que de otro modo sería un thriller distintivo. Menciono que aquí, aparte de querer traer más exposición a esa joya de una actuación, porque Pánico es un caso similar de actuación fantástica en una película estándar muy pantanosa.
Esta vez, sin embargo, no solo estoy hablando de una buena actuación porque el elenco de Pánico incluye talentos de actuación venerables como Donald Sutherland, el gran y difunto John Ritter y William H Macy. Macy consigue una rara estrella como el asesino a sueldo Alex, que está acosado por la extraña crisis de personalidad.
Insatisfecho con su vida familiar, inseguro de hacia dónde se dirige su propia vida y sintiéndose completamente solo, lo encontramos por primera vez en una conversación con un psiquiatra. Luego, en una serie de flashbacks y avances rápidos, la vida de Alex se desarrolla aún más, en ese momento nos damos cuenta de que su línea de trabajo es parte de la empresa familiar, propiedad orgullosamente de Sutherland. También nos enteramos de que Alex quiere salir, que su esposa (interpretada con cierta torpeza por Tracey Ullman) no sabe nada sobre su profesión, que su hijo tiene dificultades de aprendizaje menores y que su padre quiere que Alex aproveche sus ideas, y rápido.
El respiro de bienvenida viene en la forma de Sarah (un cambio radical contra el tipo del anterior Fiesta de cincoNe r Neve Campbell), un bisexual joven y dañado que muestra interés en Alex. Su relación, desarrollada primero en la sala de espera del negocio de psiquiatras de Ritter y gradualmente en el mundo exterior, es peligrosa: Alex corre el riesgo de perderlo todo y las vulnerabilidades de ambas partes son demasiado claras.