No creo que la violencia sea obra de hombres odiosos, a veces es la forma en que un hombre le da sentido a su mundo, dice Cosmo Jarvis, ex campeón de boxeo convertido en ejecutor de la familia Dever, traficante de drogas.
Es un hombre cuya vida ha sido definida por la violencia de una forma u otra y está en una especie de encrucijada, dividida entre su amor por su hijo de cinco años y la obligación que siente con los Devers.
Calma con los caballos es un debut seguro, brutal y conmovedor del director británico Nick Rowland.
Es técnicamente impresionante, con actuaciones extraordinarias, aunque como un thriller de crimen es menos emocionante y más deprimente a medida que se desarrolla el camino inexorable de la narración.
Después de una tragedia en el ring, Douglas "Arm" Armstrong (Jarvis) es acogido por los Devers, un sucio clan criminal encabezado por el amenazante Paudi (Ned Dennehy) y el Héctor fraccionalmente más refinado (David Wilmot).
Arm vive con ellos y se le enseña constantemente sobre la lealtad y la familia, aunque es bastante claro que en realidad no es tratado como sangre.
En cambio, el brazo es "manejado" por la nerviosa y volátil Dympna (Barry Keoghan).
Keoghan es excelente y uno de los actores jóvenes más emocionantes y sus canales manipuladores y horribles de Dympna.
Trainspottings Begbie mientras él comienza a pelear al azar para que Arm lidie y lo coacciona con alcohol y cocaína.
Arm es el perro de ataque de la familia: lo vemos imponiendo un castigo brutal con un pulimento profesional a un amigo de la familia que agredió a la sobrina adolescente de Héctor.
Pero cuando la retribución no se considera suficiente, se pone en marcha una historia de venganza que obliga a Arm a enfrentar su vida de violencia y vivir a espada.
El título se refiere al hijo de cinco años de Arms, Jack (Kiljan Moroney), que tiene con su ex pareja Ursula (Niamh Algar), a quien los Devers rechazan rotundamente.
Jack es rústico y encuentra paz montando a caballo, supervisado por el gentil Rob (Anthony Welsh) y sus momentos de silencio son algunos de los pocos aplazamientos en una historia cargada de fatalidad inminente.