Castigado, y sabiendo que miles de personas podrían morir en unos días, Hunt se embarca en una segunda misión que trae a un imponente agente de la CIA, August Walker (Henry Cavill, luciendo el bigote que es famoso por ayudar a que los nuevos disparos de la Liga de la Justicia se vuelvan desordenados), e involucra arrebatar Misión: Imposible – Nación Rogue ‘s villano anarquista, Solomon Lane (Sean Harris) del cautiverio.
Es otro emocionante viaje tambaleante que nos lleva de Berlín a Roma, a París y más allá, y sus giros y vueltas apenas se quedan en el lado correcto de la plausibilidad. Cruise puede montar motocicletas, saltar a través de espacios vertiginosos y así sucesivamente, pero una vez más, Caer de alguna manera logra evitar sentirse como un thriller de acción que pasa por movimientos familiares.
McQuarrie es una gran razón para esto. Este es su segundo MI película, y puedes ver cómo ha crecido como cineasta técnico desde 2015 Nación rebelde. Fallout trae consigo una devoción renovada por la acción en la cámara, y con la ayuda del director de fotografía Rob Hardy (quien trabajó con Alex Garland en la maravillosa Ex machina y Aniquilación), los resultados suelen ser asombrosos.
Una pieza de persecución en una capital europea está filmada con la claridad, el suspenso y el sentido experto de la sincronización de John Frankenheimer. Ronin. McQuarrie y sus colaboradores también parecen haber estado estudiando los momentos más acelerados de Michael Mann y Christopher Nolan, con Caer’s momentos de lenta acumulación que dan paso a satisfactorios choques y golpes.
Una secuencia en el baño de un club nocturno, que incluye a Cruise, Cavill y un objetivo que se niega rotundamente a hacer lo que se supone que debe hacer, es otro ejemplo de la creciente seguridad de McQuarrie. Eligiendo sin esfuerzo entre la acción contundente, la comedia y la espalda, es una clase magistral en tono y sincronización.